miércoles, 27 de junio de 2012

cuerpo habitado

Auguste Rodin, Salammbô (lápiz sobre papel, c. 1900)


Cuerpo en un horizonte de agua,
cuerpo abierto
a la lenta embriaguez de los dedos,
cuerpo defendido
por el fulgor de las manzanas,
rendido de colina en colina,
cuerpo amorosamente humedecido
por el sol dócil de la lengua.

Cuerpo con gusto a hierba rastrera
de secreto jardín,
cuerpo donde entro en casa,
cuerpo donde me tiendo
para sorber el silencio,
oír
el rumor de las espigas,
respirar
la dulzura oscurísima de las zarzas.

Cuerpo de mil bocas,
y todas doradas de alegría,
todas para sorber,
todas para morder hasta que un grito
irrumpa desde las entrañas,
y suba a las torres,
y suplique un puñal.
Cuerpo para entregar a las lágrimas.
Cuerpo para morir.

Cuerpo para beber hasta el fin –
mi océano breve
y blanco,
mi secreta embarcación,
mi viento favorable,
mi diversa, siempre incierta
navegación.


Eugénio de Andrade, Oscuro dominio, Hiperión, 2011.
(Traducción de Blanca Cebollero y Daniel Pelegrín.)

sábado, 16 de junio de 2012

tu secreta fortaleza

Paul Klee, Globo rojo (1922)

Antes, cuando tú no existías, me refugiaba de las espinas en páginas ajenas, en músicas y viajes. Desde que tú estás, desde que la lectura o la música son placeres discontinuos, mi refugio son tus ojos negros, tu risa loca: niña. Ahí fuera afilan uñas los especuladores y los buitres. Tú no puedes saber qué afán ponen en destrozarlo todo, con qué avidez despojan y rapiñan, cómo arrasan con cuanto fue levantado durante décadas mientras segregan su baba de “no hay más remedio que”. No lo sepas todavía: es tu secreta fortaleza. Mañana, cuando tengas edad de nombrar y disentir, cuando juegues a otros juegos que yo no sabré, qué quedará de todo esto. Qué os habrán dejado. Recuerda entonces que siempre tendrás los libros, la música, los viajes, asideros a la mano. Que podrás saber, criticar, luchar. Y, si tienes tanta suerte como yo, habrá una cara de luz que sabe más porque ignora todavía.