jueves, 22 de diciembre de 2011

payasos


Lo que voy a escribir, lo que quiero escribir, tiene que ver con payasos, con la vejez y el abandono, pero también con la burla y la imaginación como contrapeso de la realidad. El azar (el acaso) me ha llevado a estas caras de payaso en un vídeo de un músico que aprecio, Egberto Gismonti. El azar tiene dedos hábiles y sabe cómo devolvernos la sorpresa de vivir.

sábado, 17 de diciembre de 2011

garabato 14



el tiempo de la impericia iguala nuestra duración _ a mayor saber y experiencia mayor conciencia de que estamos empezando a aprender hasta el fin _ incluso aquello que más conocemos

miércoles, 14 de diciembre de 2011

nos otros

A menudo pienso, como en la adolescencia, que nuestro único destino posible es el de ser un reflejo, un cuerpo visible a los ojos de los demás, que nos contemplan con la certeza de ser una presencia que se reconoce en nosotros. Onetti lo expresaba mejor que nadie en Juntacadáveres a través del personaje de Jorge, quien se reconocía en los ojos de Julita: “Me estoy viendo y acepto: débil, puro, incapaz de soledad, sin más destino posible que ser un elemento en la existencia de otro, otros”. Ahora, sin embargo, eso que entonces vivía como una limitación lo percibo como una riqueza: el juego fértil de los espejos. ¿O será el miedo a la soledad?

domingo, 11 de diciembre de 2011

charms of the night sky


Ese momento frontera, mínimo lapso posterior al ocaso pero todavía no la noche, donde soledad y silencio alcanzan su extensión. Venías de otro otoño, a orillas del mar, hasta este invierno interior. He perdido todos mis amuletos, dijiste contra el cielo, pero lo que más lamento es no haber creído nunca en el poder que pudieran encerrar. Pájaros pasaron hacia otro cielo. Miraste las palmas de tus manos, incrédulo, aunque confiado: las manos, al menos, no las podré perder. ¿Creíste ver entonces la sombra de un cuchillo?

jueves, 1 de diciembre de 2011

lo que dice

Hombre iguana, © Byron Rabe Rendón

Esa mirada de iguana me desvía la atención de lo que dice. Un ojo azul marino, gris piedra el otro, ambos giratorios e hipnóticos. Y esa voz quebrada que vuelve a emitir un ronroneo en torno a las palabras, luego un gemido agudo. No entiendo la frase, algo sobre el sabor de la carne. Pero no habla de mí, me parece. Aunque me mira.